Reflexiones de una wedding planner: el seating plan…y sus secretos
Realmente, tras años de organizar bodas, tras largas horas de conversación con los novios, tengo que confesar que la frase más oída es: “¿el seating plan?, eso es lo más difícil de la boda…”, un comentario que tiene lugar días o semanas después de la boda, claro.
Esta afirmación puede parecer difícil de creer porque, cuando empezamos a soñar, idear y diseñar la boda, nadie piensa: “¿Y cómo voy a sentar a los invitados?” No, claro… ¿a quién puede ocurrírsele semejante pregunta con tantas y tantas decisiones que tomar?
Esta es, sin embargo, una de las últimas preguntas a resolver, que aparece justo cuando “parecía que ya estaba todo listo”.
Entonces no solo son los novios con sus invitados y el puzzle de mesas a resolver para que todos sean felices. También son los familiares que, intentando ayudar, opinan y por qué no decirlo, a veces “presionan”. Que si acuérdate que tío Paco y tía Anita mejor no sentarlos juntos, que tú ya sabes…que si los primos mejor juntos, aunque claro, como Juan y Marta están separados y Marta se ha hecho tan amiga de tu novia, mejor no ponerlos juntos…y un número infinito de recomendaciones por parte de todos y cada uno. Y por ambas partes, claro.
Todos sabemos de la buena voluntad, igual que todos sabemos que acaba siendo un caos y, a unos días de la boda, a quién podría hacerle ilusión discutir con la suegra/madre maravillosa que está en todo y que en estos momentos nos la comeríamos con patatas…pero no, respira…¡calma!
El día de la boda
Y ahora llega la segunda parte. También es verdad que de esta no se enteran los novios y estoy aquí para compartirla y desvelarla: los comentarios y apreciaciones que se escuchan el día de la boda alrededor del seating plan harían caer a más de un/a novi@ de bruces: “¿Has visto dónde me han puesto? Justo con con el/la impresentable de…”, “que me cae fatal, no, ¡lo siguiente!” o, “¿nos tenían que poner en esa mesa que casi no conocemos a nadie?” Y un sin número de quejas y lamentos de lo más variopintas.
Y nosotros, que hemos sido partícipes de los desvelos de los novios por complacer a todos, ahora debemos ser testigos mudos y sonreír, aunque alguna vez ganas hemos tenido de hacer una zancadilla a algún/a tiquismiquis…pero no, respira, ¡calma! ¿Qué ese consejo era para los novios? ¡No, para nosotr@s también!
Porque es verdad que cuando finalmente los novios hacen su maravillosa entrada, sonriendo, felices, transmitiendo luz, es tanta la alegría que invade el espacio que todos se olvidan de los lloros, los lamentos y pasan a los llantos de emoción, esos que hacen que el seating plan sea un tema anecdótico para contar a nuestros hijos cuando sea el momento de su boda. Entonces seremos nosotras las suegras maravillosas que estaremos en todo y… y si no que pasen los años y lo veremos!
Nancy
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Imagen de portada: boda en colaboración con De Blanco y Menta.